lunes, 9 de mayo de 2011

Marcha por la Paz con Justicia y dignidad Villahermosa



Ayer se celebro la Marcha por la Paz Justicia y dignidad en Tabasco, entre los participantes se encontraba el Lic. Angel Valdivieso catedrático de la carrera de comunicación que escribió una crónica de la marcha de ayer, en próximos días sus alumnos nos enviaran diferentes aportaciones periodísticas, que con mucho gusto las compartiremos

CRÓNICA DE LA MARCHA NACIONAL TABASCO POR LA PAZ
8 de mayo de 2011, ciudad del miedo, Villahermosa, Tabasco

Por Angel Valdivieso Cervantes*

La estatua del Deportista despidió callada a los marchantes. Así fue su deseo: “Nuestra marcha será en silencio, para que se escuche más fuerte…”
En silencio, los soldados detrás de la barda de la XXX Zona Militar. En silencio, el pavimento sobre el que dejaron sus huellas. En silencio, los árboles centenarios.
Silencioso el cielo, las paradas, los faroles, las flores, las casas, los negocios, al paso de la Marcha nacional Tabasco por la paz.
Salieron a las 10:23 de la mañana, del cruce de las avenidas Heroico Colegio Militar y 27 de Febrero, el domingo 8 de mayo de 2011.
Ahí tatuaron sus demandas. “Justicia”, en el corazón de una mujer madura. “Paz”, en los labios del joven universitario. “Libertad”, en el brazo del padre de familia. “Amor”, en el cubre bocas de alguien más, igual de anónimo, igual de asustado.
El grito podía escucharse en la manta principal, tan sonoro como si fuese escrito con la voz de las víctimas, de los hijos de las víctimas, de los padres de las víctimas, víctimas todas: “estamos hasta la madre”.

Las palmas de las manos cobraron voz. Pedían paz y exigían silencio: “Shhh”. Elevadas al cielo, eran una plegaria simultánea a Dios, a México, al Presidente, al General, al Sicario, al Secuestrador, al Policía.
Quizá si todos enmudecían, podrían escuchar el palpitar de sus corazones.
Todos guardaron silencio, salvo sus pasos. Fue el único sonido que rompió el mutismo de los manifestantes. Esos zapatos no pudieron ocultar el dolor, la indignación, la tristeza, el miedo de quienes los calzan.
El miedo paraliza, inspira al silencio, lo multiplica. Hay un silencio brutal en Marcela, en Iván, en Erika, en Rodrigo, en Margarita, en Mariana, en Miguel, en Antonio, en Flor de María, en Claudia, en Juan de Jesús, en los niños que ondean, en vez de un papalote, una bandera desgarradora: “Exigimos vivir en paz. ¡¡No + sangre!!”
En silencio, el heraldo en lo alto de la iglesia mormona. En silencio, la Ceiba mutilada. En silencio, el majestuoso Guayacán. Solidarios, los Niños Traviesos también se quedaron quietos, calladitos.
Con los minutos, la marcha crece. Se inflama. Se nutre de más coraje y valor. Blancas las ropas, blanco el temor por la inseguridad.
El sol no tiene compasión de las mujeres, los infantes, los hombres, los ancianos, los jóvenes. A todos castiga, a todos lacera. Como el calor de las balas. No distinguen edad, sólo calientan la carne, derraman la vida en cada orificio.
A la espalda, un hombre ofreció su camaradería a Javier Sicilia, el poeta con un hijo muerto, convocante de esta jornada dominical: “Algunos padres son poetas, todos los niños son poesía”.
Hay silencio en las aves sobre la marcha, que compadecen a los humanos que no pueden volar y escapar de sus acechadores.
Todo es silencio, todo se calla. El sudor no, habla por sí solo. Declara, en cada sendero de humedad en los rostros y espaldas, que también está hasta la madre del calor, y de la delincuencia, y de los malos.
Los caminantes sudan lágrimas, sudan lamentos, sudan silencio. Con cada paso repiten que están hasta la madre este domingo 8 de mayo. También el miércoles 16 de febrero o el sábado 11 de junio. Todos los días encajan cuando se está hasta la madre de las llamadas del miedo, que anuncian tragedia. De las promesas de ver vivos a los que ya no lo están.
No hay números para contabilizar esta marcha. Para enumerar cada delito que cobra vida en Tabasco. Los números se saben, también, mudos ante el desamparo ciudadano.
Vienen en silencio, pero se escuchan a la distancia. Vienen callados, pero sus sentimientos retumban. Vienen mudos, pero su demanda es estruendosa.
México quiere paz, expresan en silencio las playeras. Tabasco quiere paz. Luis Gil Pérez, Tecolutilla, San Pedro, El Triunfo, Redentor del Campesino, Aldama, Chablé, Quintín Arauz, Oxiacaque, Playas del Rosario, Cumuapa, en todos los rincones la suplica es la misma.
“No hay camino hacia la paz. La paz es el camino”, dice Ghandi, en susurros, en la blusa de una de las marchantes, estacionados todos ya frente a la Procuraduría General de Justicia (PGJ), en la avenida Paseo Usumacinta.
Se esparcieron en las escalinatas, asemejando al Templo Mayor. Elevaron las manos, afilaron la mirada, sellaron los labios, ahogaron su voz. Para los fotoperiodistas debió resultar complicado fotografiar el silencio.
Enfocaban la mudez, hurgaban con sus cámaras, encuadraban su necesidad de publicar el sigilo en los diarios del lunes.
La Marcha nacional Tabasco por la paz respiró profundo y dejó escapar un rugido: “estamos hasta la madre”.
Nosotros también, debieron pensar los policías de la patrulla estatal 37772, estacionada frente a la PGJ. Saben que el miedo no los abandona, a pesar de las armas, que el miedo se les cuela en los chalecos antibalas.
Nosotros también, debieron pensar los agentes de Tránsito de la unidad 67726 que escoltó a la expedición del silencio. Cada que detienen una gran camioneta, cada que se asoman a la ventanilla de quién sabe quién carajo es.
Son ya las 11:23 del domingo. En silencio, de qué otra forma, se fue disolviendo la manifestación.
En los escalones, tendidas, las mantas y cartulinas están huérfanas, pero no se callan. Gritan cada letra, cada acento, cada signo.
Qué distinto es el silencio, diría un poeta, cuando hace tanto ruido.

* Profesor de periodismo en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y estudiante de la Maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García-UJAT

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